Ana Elena GayAranda, expresión de la arquitectura orgánica y sensorial

tulum
30 Diciembre 2021 María Fernanda Rodríguez
[Hotel Boutique TULUM]

Hotel Boutique TULUM

Para hablar de arquitectura contemporánea, deberíamos estar de acuerdo en que no hay un estilo dominante, los arquitectos actuales trabajan sobre múltiples estilos, desde el posmodernismo y la arquitectura de alta tecnología, transformando formas y diseños expresivos y conceptuales que podrían asemejarse a estructuras de escala monumental. Para hablarnos un poco sobre su estilo arquitectónico y uno de sus últimos proyectos, charlamos con la Arquitecta Ana Elena GayAranda, licenciada por la Universidad Iberoamericana en México y fundadora de AE GAYARANDA Arquitectura y diseño Urbano S.C. en la Ciudad de México, cuyo ímpetu por desarrollar su propio proyecto personal, la llevó por inmensas travesías revolucionarias, desde lo intuitivo hasta lo emocional. 

Su primera influencia en el diseño arquitectónico viene de Carme Pinós, habiendo formado parte de su estudio en la ciudad de Barcelona mientras estudiaba el Máster. Pinós, en conjunto con Enric Miralles, fue precursora del movimiento arquitectónico deconstructivista a finales de los años 80.  La arquitectura, el diseño urbano y de paisaje que se producía en su despacho tenía un toque orgánico; detalle que destacaba en una pieza original con un  proceso de diseño no lineal y de caos controlado. Carme buscaba romper con el orden convencional y dicha visión compaginó con los deseos de Ana Elena, quien aprendió la importancia y lo esencial del primer trazo a mano alzada del croquis para un proyecto, haciéndola notar que en sus primeros trazos a mano, siempre conllevan una curva.

“Con el paso de los años he aprendido a diseñar con mayor soltura, he aprendido a defender mi punto de vista con fundamentos claros y a dejar fluir el sentir de nuestros clientes y sus reflexiones sobre las formas que les presentamos. Todo es un proceso; todo proyecto debe ser recorrido una y mil veces con la imaginación para darte cuenta de que funciona realmente, para entender también, qué es lo que provocará sensorialmente en sus usuarios, qué los hará volver y qué los hará recordarlo con entusiasmo,” comenta la también egresada del MIT en EUA.

Entre los proyectos más recientes de Ana Elena, se encuentra un hotel boutique en Tulum, el cual fue un trabajo basado fundamentalmente en los conceptos de fluidez y enraizamiento y en el que todos sus referentes conviven en armonía. El enorme reto era lograr la conjunción entre lo solicitado y las maneras naturales del entorno.

“Este proyecto -señala la arquitecta- trajo a mi memoria la fluidez con la que crecen los árboles en esa zona, marcando caminos curvos que llevan siempre a descubrir algo nuevo. El sentido orgánico estaba implícito en el hecho de que el edificio estuviera ubicado dentro de la traza urbana existente de la población de Tulum, lo que nos empujaba a recordar las características del terreno original que lo albergaba. Abrirnos hacia las vistas sobre la selva que lo circunda también fue un factor para el diseño resultante. El cliente lo tomó con gran sorpresa, pues su pensamiento estaba en un diseño de ángulos rectos, sin embargo, les gustaron mucho las fachadas y el aprovechamiento de espacios, siguiendo la traza orgánica que desarrollamos. 

“Le comentamos que habíamos diseñado diferentes experiencias para el usuario, con cada espacio que desarrollamos de manera original, cuidando siempre la integración al conjunto y el apego al programa arquitectónico que nos habían dado. Después de casi dos meses de espera, el proyecto fue aceptado tal cual había sido diseñado, pues lo había consultado con miembros de su equipo y consideraron que comercialmente sería más redituable un diseño así, debido a que sería una experiencia memorable para quien la viviera”.

¿Cómo definir lo orgánico? He tratado de cuestionarme sobre la definición más adecuada a lo que Ana Elena plasma en sus proyectos; lo sensitivo y viviente serían las palabras más adecuadas para un estilo tan delicado, sorprendente y armonioso, porque es solo lo orgánico aquello que respeta a la naturaleza de los espacios y que se adapta a la forma libre en que viene dada. 

“Procuramos ceñirnos a lo sustentable, para mí es importante adaptarnos al medio ambiente, la única manera de hacerlo es de manera circular; la naturaleza tiene esa característica y por ello, algunos de nuestros proyectos tienen esta tendencia, aunque otros son completamente ortogonales a petición del cliente. Afortunadamente, la mayoría de mis clientes nos buscan porque esperan ser sorprendidos; tanto el presupuesto como la estructura deben funcionar; sin ello, el proyecto es gráfico y desechable, es simplemente algo que no se puede construir. Mi grupo de trabajo cuenta con especialistas en arquitectura, sustentabilidad e ingeniería estructural, sanitaria e hidráulica, somos un equipo multidisciplinario”. 

Para la arquitecta, todos los proyectos de su trayectoria han sido transformadores; de alguna manera, aprender de las peticiones y reacciones de los clientes y los mismos especialistas, han sido el motor para construirla como profesionista. Como arquitecto, siempre está el ansia de mostrar el proyecto idóneo, que se sabe que es funcional para las personas, además de buscar la satisfacción de alinearse con los especialistas y clientes, para lograr un equilibrio entre la forma y la función.

Ana Elena GayAranda, expresión de la arquitectura orgánica y sensorial

El compromiso de cualquier arquitecto es hacer que la forma funcione. 

Si uno entra a un espacio cuya armonía propone y mueve emociones, este ha cumplido su objetivo, pues cabe recordar que la arquitectura no deja de ser una de las bellas artes. Esto es bastante notorio en los proyectos de Ana Elena, en los que no solo encontramos entereza, sino también fascinación, sorpresa y atención al detalle. 

“Como mujer, es necesario demostrar con el ejemplo que sabes lo que quieres, que entiendes lo que estás diseñando y sabes resolverlo. Los retos en mi carrera han sido varios y de diferentes tipos; van desde generar el trabajo suficiente para mantener un estudio de arquitectura y a mi equipo de trabajo, hasta superar la brecha aún existente, entre la cantidad y calidad de oportunidades de desarrollo profesional entre hombres y mujeres. 

“Otro gran reto ha sido el que nuestros proyectos sean aprobados en  su conceptualización original, debido a que, para algunos de nuestros clientes, las curvas y lo orgánico representan un grado de complejidad y reto innecesario para la operación de sus edificios. Aunque la funcionalidad en esos proyectos orgánicos esté resuelta al 100%, lo considero un miedo a emprender en lo desconocido; desde nuestro punto de vista, un desarrollo orgánico es un desarrollo natural, ya que la naturaleza y nuestros cuerpos lo son y funcionan a la perfección”.

Para mujeres como Ana Elena, la transformación y la integración son vitales al momento de llevar a cabo cualquier proyecto; la investigación y retroalimentación constantes se mueven al unísono de su preparación ante cualquier reto, ya sea por parte de su equipo de trabajo, de sus clientes y hasta de los mismos usuarios, que siguen nutriendo diariamente su trayectoria profesional.

Con profundo respeto y admiración, agradecemos las palabras armoniosas y el compartir de la arquitecta al concedernos esta entrevista. 

 

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