Inclusivo (va). Del latín escolástico “inclusivus” : incluir, encerrar. Adjetivo que otorga la virtud y capacidad para incluir.
Hablar de inclusión es pensar en el otro, en el distinto, en el prójimo. Es reconocer las diferencias entre los individuos (y la diversidad que esto significa) y a partir de ello otorgar derechos por igual y con equidad, contribuyendo a aminorar la discriminación.
Considerar a el otro con las mismas condiciones de disfrutar el acceso a satisfactores, sean espaciales, físicos, imaginarios, corporales, emocionales, sociales y/o culturales; es cuestión de goce de los derechos universales mas fundamentales.
Ese otro, significa un sinfín de posibilidades de ser, es decir una diversidad; donde cada individuo representa la unidad irrepetible, y que agremiados a su vez forman grupos sociales de la manera mas amplia en sus formas, comunidades en donde surge la siempre necesidad de pertenecer… inclusión es el derecho a pertenecer también.
En términos de arquitectura, el concepto de inclusión se asocia de manera regular con la movilidad-accesibilidad a los satisfactores, es decir, para poder satisfacer una necesidad de cualquier índole es necesario desplazarse en el espacio y obtener lo deseado en condiciones optimas de acceso. En este tenor la arquitectura inclusiva es aquella que incluye en su programación, planeación y diseño (diseño inclusivo o universal) a usuarios con distinta capacidad motriz, sensorial, física; para garantizar su accesibilidad en términos espaciales-funcionales, contemplando los derechos de ese otro distinto.
Lo anterior es común observarlo en la practica, ejemplo son aquellas construcciones o instalaciones que contemplan usos por diversidad de actores, o condiciones especificas como pueden ser personas con alguna discapacidad visual, neuromotora, auditiva, u otra; y que incluyen variado equipamiento para garantizar una accesibilidad general como pasillos y andadores de anchos adecuados, rampas, guías táctiles, barandas de apoyo, plataformas móviles, elevadores, señalética táctil-auditiva, etc. Un hospital es claro ejemplo de inclusión desde el enfoque funcional, siendo una tipología arquitectónica que debe cumplir de manera muy especifica condiciones de movilidad con el uso de un código de accesibilidad universal en concordancia a la condición de sus usuarios.
En términos de vivienda es menester pensar que todos los individuos envejecemos o enfermamos, lo cual nos lleva a condiciones de movilidad en muchos casos reducida, esto traducido al lenguaje arquitectónico inclusivo, significa que preferentemente y en la medida de lo posible, un porcentaje de las viviendas cumplan con la capacidad de albergar espacios en las plantas bajas para el desarrollo de al menos un dormitorio con los servicios sanitarios necesarios, mediante programas arquitectónicos y distribución de espacios flexibles que consideren a usuarios con capacidad distinta.
En el caso de espacios y edificios públicos, y en algunos casos con alcance al sector privado, es de hacer notar que por normativa (de acuerdo a las aplicables en cada Estado y Municipio, en concordancia con la norma Federal), todos deben cumplir con un código de accesibilidad universal que garantice la movilidad y acceso a todos los grupos con capacidad distinta, teniendo como fundamento el respeto a las garantías y derechos en general, para aminorar las desigualdades y contribuir a la inclusión social de los distintos grupos sociales.
Ejemplo de ello es la normativa de construcción de la CDMX, que define en sus objetivos, los alcances y obligaciones de los diseñadores y constructores en el Manual de Normas Técnicas de Accesibilidad complementario de la Norma Técnica Complementaria para el Proyecto Arquitectónico, que forman parte del Reglamento de Construcciones para el Distrito Federal, y establece como objetivo particular :
… “Reafirmar que la accesibilidad es una obligación de los constructores y que todo permiso, manifestación o licencia de construcción de obra nueva, de modificación o rehabilitación, debe cumplir con los requisitos estipulados por el Reglamento de Construcciones para el Distrito Federal y sus Normas Técnicas Complementarias”
Es notable los compromisos en términos de inclusión y sostenibilidad para el ámbito público y privado, en donde la creación de espacios y edificios deben incluir en su diseño y ejecución un código de accesibilidad universal, el cual es vinculatorio con los tratados internacionales que se tienen a través de la Organización de las naciones Unidas (ONU) para la sostenibilidad del planeta, mediante la Agenda 2030 y los ODS (Objetivos del Desarrollo Sostenible), teniendo entre sus alcances y metas la creación de ciudades sostenibles y la reducción de las desigualdades.
“Cuando aseguramos los derechos de las personas con discapacidad, nos acercamos más al cumplimiento de la promesa esencial de la Agenda 2030: no dejar a nadie atrás”.
António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.
Sin embargo, desde lo simbólico, la capacidad de inclusión de la arquitectura va mas allá de lo físico y funcional, existiendo también en el terreno de lo intangible : la inclusión identitaria, aquella capacidad de un edificio o conjunto de edificios, de generar lazos de identidad, ya sea mediante su vida histórica, su disposición espacial, su lenguaje formal, o el conjunto de ellos, generando una sinergia entre arquitectura-ser humano, mediante una dualidad entre la pertenencia del edificio o pertenecer a su identidad.
En el ámbito económico, podemos mencionar que existen beneficios en la creación de espacios productivos y comerciales inclusivos con carácter de accesibilidad universal, considerando por un lado el capital intelectual y la mano obra calificada que existe en estos grupos con capacidad distinta, capaces de integrarse a la producción de bienes y servicios; y por otro lado el universo de consumidores que representan dentro del mercado de consumo, bajo la premisa que a mayor accesibilidad a un bien o servicio, mayor consumo.
Por otro lado, en la investigación del urbanismo la inclusividad es considerada de carácter multifactorial (Saura, Muntañola, Méndez. UPC. Barcelona, España), es decir tiene una relación directa con distintos ámbitos como el desarrollo humano, la sociología, la antropología, la psicología social, la salud, la educación, la movilidad, la vivienda, la cultura, la economía, etc. convirtiéndola en una variable significativa en la calidad de vida de las ciudades y naciones. La Inclusión es también valor democrático y de responsabilidad social.
Con lo anterior, podemos decir que el valor de la inclusión en la arquitectura radica en la voluntad y acción de diseñar pensando en el otro : descifrarlo, considerar los modos y experimentación de su vida, conocer y comprender sus necesidades, sus limitantes, sus placeres, sus fobias, su concepción de espacio… pre sentir lo que disfrutará en el futuro espacio : utilizar la empatía arquitectónica.
Todos, en algún momento de nuestra vida hemos sido, somos o seremos discapacitados en algún sentido, desde la prima infancia en que nuestros traslados suelen ser asistidos en ruedas de carriolas, hasta aquellos eventos de salud y edad avanzada en que la capacidad de nuestro cuerpo será disminuida y demandará dispositivos y condiciones distintas; en términos de arquitectura y accesibilidad, en esos momentos seremos parte de ese grupo necesario de inclusión. Pensemos siempre en el otro, es cuestión de bienestar común.