COLUMNA | Arquitectura para las personas

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26 Junio 2020 Arq. Rubén José Camberos Hernández / LEED Green Associate / Director General VOID Arquitectura

Pareciera algo redundante el título, en las siguientes líneas abordaré el tema desde uno de los principios más básicos de esta profesión, e intentaré explicar desde mi perspectiva como es que a la arquitectura se ha olvidado de las personas.

La arquitectura desde sus inicios busca como fin esencial la transformación del espacio en beneficio de los usuarios. Ha formado parte de la historia como una característica de la humanidad, símbolo de progreso pero también de poderío y dominio. En sus inicios, una de las respuestas a la búsqueda de resguardo se dio con la arquitectura vernácula, la cual, utilizando sistemas constructivos pasados de generación en generación, buscó la creación de espacios seguros donde desarrollar diferentes funciones y actividades, siempre con el objetivo de resolver las necesidades del usuario. Hace 2.500 años, Lao-Tsé decía: “Arquitectura no son cuatro paredes y un tejado; es el ordenamiento de los espacios y el espíritu que se genera dentro”

Con el tiempo, la arquitectura se fue reinventando, transformando para así crear nuevos marcos teóricos o estéticos. La historia nos muestra cómo estas corrientes y valores estéticos nos han regalado obras maestras, edificaciones o elementos arquitectónicos que cumplieron con su objetivo primario creando obras que suman hasta hoy al desarrollo y al diseño.

La belleza de la arquitectura y su historia son tan complejas como impresionantes. Por si misma, es todo un reto valorarla de forma objetiva, ya que la subjetividad abraza a todo arte y es por eso que nos es difícil atarla a criterios más mensurables como son los económicos, financieros y de mercadeo. En sus inicios, la arquitectura no tenía como prioridad responder a valores económicos ni intereses financieros.


Después de esta mirada superficial de lo que es la arquitectura, llegamos a el siglo XXI, época donde los valores que nos ha dictado el modelo económico mundial y el cambio climático, entre otros, son los que nos condicionan y retan a buscar soluciones más creativas, donde la verdadera lucha del arquitecto es cumplir con la transformación del espacio en beneficio del usuario y al mismo tiempo llenar el modelo que el mercado establece, estos condicionamientos o “reglas del juego”, nos invitan a ser más ingeniosos, creativos y audaces; de no serlo corremos con el riesgo de perder el objetivo y sólo generar monumentos a la intrascendencia, a llenar vacíos, a cumplir un margen de ventas y no necesidades.

Desde mi formación como arquitecto y en mi experiencia profesional, la verdadera problemática a resolver es equilibrar los elementos como son estética, trascendencia, función y concepto con sus antagónicos como inversión, rentabilidad y mercado. Es entonces que el proyecto se ve amenazado desde su conceptualización si no se tiene claro para quien se hace. Un ejemplo lo podemos ver en los cientos de proyectos de interés social y re-densificación urbana mal planeado y mal ejecutado, donde lejos de resolver necesidades tenemos problemas de habitabilidad e inseguridad, desarrollos supuestamente sociales donde se deshumaniza el objetivo de la arquitectura.

proyectos

Por otra parte la arquitectura y el usuario de nuevo se ven amenazados en el momento de la construcción, bajo los 3 valores que cualquier proyecto debe cumplir: Calidad, Tiempo y Costo, de estos solo podemos escoger 1 como rector dejando a los demás como secundarios. Como ejemplo, si buscamos alta calidad, sacrificaremos tiempos y será a un alto costo. Esta selección de los 3 pilares puede hacer de un proyecto arquitectónico un éxito o un fracaso rotundo.

La responsabilidad es enorme y las respuestas a este gran reto deben ser del mismo tamaño, generando trascendencia por la mejora en calidad de vida de nuestros clientes por encima de cualquier beneficio económico. Para que la arquitectura de hoy tenga mayor oportunidad de cumplir con esto, debe tener desde el inicio a todos los implicados en el desarrollo del proyecto buscando un balance, los beneficios de esta estrategia deben ser suficientes para cubrir con las exigencias de aquel que legítimamente busca retorno en la inversión y de los que diseñamos en búsqueda de afectar positivamente la vida de las personas.

Esto es a lo que nos enfrentamos los arquitectos día a día, son las reglas que conocemos y con las cuales debemos jugar, no sé si exista una fórmula concreta para resolver proyecto a proyecto, pero jamás debemos de perder de vista que la arquitectura es una herramienta para las personas. Lo dijo Herman Hertzberger: “Si crees que no puedes hacer al mundo un mejor lugar con tu trabajo, al menos asegúrate de que no lo haces peor”.

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