La economía circular está cada vez más presente en los debates sobre arquitectura y urbanismo. Tan sólo para 2050 se prevé que las ciudades crecerán un 68%. Con un desafío ambiental significativo, la circularidad nos ofrece oportunidades para reducir tal impacto.
En el 2020, la Unión Europea (UE) difundió un Plan de Economía Circular, para implementar el Green New Deel. Su estrategia propone el desarrollo de productos sostenibles, la reducción de residuos y la creación de un mercado de UE para materiales secundarios. Igualmente describe la introducción de requisitos en el reciclado de ciertos productos de construcción, el cual es un cambio de paradigma significativo para el sector. Además, busca promover iniciativas para rehabilitar terrenos contaminados y/o abandonados y la reducción del sellado del suelo.
Algunas de sus ciudades ya realizan esfuerzos para mitigar el cambio climático; una de ellas es Praga, Ámsterdam, que el 2019 en conjunto de con la organización Circle Economy, realizaron un análisis sobre cómo los flujos de materiales locales y las emisiones de carbono tenían relación con la economía local con el fin de distinguir en cuáles de estas se podrían introducir prácticas que ayuden al medio ambiente. Su plan se tradujo en una red de puntos de reutilización en la que se procesen desechos como muebles y electrodomésticos, otros para recolección de desechos alimenticios que se convierten en biogás -una energía renovable que puede utilizarse en cualquier aplicación energética como la eléctrica, térmica o carburante-, así como acciones en la agricultura para mejorar el sector agrario en la ciudad.
Prácticas como Space&Matter, con sede también en Ámsterdam, ha implementado acciones de esta en los vecindarios, en los que capitaliza los procesos participativos, involucrando a las personas en el diseño y gobierno de sus comunidades, un punto clave para su desarrollo.
Otras regiones como Taiwán, con proyectos como Taisugar Circular Village, agilizan procesos como el montaje y desmontaje de banco de materiales, con ayuda del estudio de diseño Bio-architecture. Su proyecto cuenta con sistemas de energía renovable, servicios compartidos y producción de alimentos. Por su parte, el despacho Valentino Gareri Archtects ha desarrollado un piloto para un modelo de aldea de economía circular, con el que se espera que hasta 200 personas compartan espacios de trabajo y convivencia con microrredes de energía, agua y un sistema agrícola regenerativo.
¿Cómo avanzar hacia un modelo más sustentable en las ciudades?
Será decisivo abordar los desafíos ambientales de las ciudades del futuro a partir de prácticas que permitan la economía circular. Como la recuperación y el reciclaje de los residuos en lugar de eliminarlos, un ejemplo de ello es lo que está haciendo Praga con la creación de puntos de recolección y proceso de residuos. Estas prácticas deben hacer partícipes a todos los individuos desde los públicos hasta los privados, beneficiando así a todos los eslabones de la cadena.
En palabras del arquitecto Fernando Schujman: “la economía circular impera por una cosmovisión integral de la realidad de toda la población, desde sus procesos personales hasta los urbanos. Solo entendiendo esta circularidad es que podremos promover políticas y programas que fomenten el consumo responsable y la colaboración en colectivo”. Esto fomentaría la creación de alianzas público-privadas y la implementación de sistemas circulares en los ayuntamientos y alcaldías.
Para otros arquitectos como el venezolano Antonio Yammine, implementar acciones de economía circular, supondría un avance hacia modelos policéntricos con el fin de crear hábitos y conductas para disminuir la movilidad urbana, garantizar y abastecer de los servicios fundamentales a todos los ciudadanos y con ellos evitar los recorridos innecesarios, fomentando así la participación ciudadana y el desarrollo de políticas públicas en pro de mejorar el bienestar de cada ciudadano.
Prosperar hacia estos modelos es complejo, dado que en su mayoría vienen impulsados de políticas públicas, los diseñadores urbanos, arquitectos y ciudadanos deberán tomar la iniciativa para forjar una visión hacia un futuro circular.