El 3 de diciembre es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, por lo que nos dimos a la tarea de analizar los elementos que deben considerarse desde la arquitectura y construcción.
Durante el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, en todo el mundo se manifiesta solidaridad y apoyo por este segmento de la sociedad. No obstante, es común encontrar que la accesibilidad en los inmuebles y la movilidad urbana todavía son un reto en este tema.
80? la población que tiene alguna discapacidad se encuentra en edad productiva, sin embargo, al no existir una infraestructura adecuada, difícilmente se puede integrar al campo laboral.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el planeta hay más de 1,000 millones de personas con discapacidad, lo cual representa 15? la población total.
En México se reportan oficialmente 7,800,000 discapacitados, aunque Roxana Pacheco Martínez, presidenta de la Fundación para la Inclusión y Desarrollo de Personas con Discapacidad, menciona que está mal contabilizada la cifra porque en encuestas directas se calculan 14,000,000 pero esta cifra va en aumento debido a la violencia, enfermedades como diabetes, cáncer, y el incremento de la expectativa de vida con lo que habrá más adultos mayores. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en la Ciudad de México por cada 1,000 habitantes se registran 62 personas con discapacidad.
En general, 57.3? los discapacitados en esta ciudad son personas de 60 o más años; 30.8% tienen de 30 a 59 años; 6.3% lo conforman jóvenes de 15 a 29 años, y 5.6% tienen 0 o hasta 14 años. La discapacidad se asocia con la edad, por lo que es necesario considerarlo en la planeación urbana y arquitectónica.
Tercera edad
Guillermo Fajardo Ortiz, jefe de socio-medicina de Posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indica que en la vejez hay muchas limitaciones y restricciones por las dificultades en los sentidos del oído, vista y por problemas motrices.
Por ello, los arquitectos y quienes se ocupan de proveer la infraestructura deben considerar la “Geronto arquitectura” para crear espacios con sonidos, luces y mobiliarios con alturas y dimensiones que faciliten las actividades cotidianas de los adultos mayores y no diseñar solamente andamiajes fríos.
Movilidad en la ciudad
El Reglamento de Construcciones para el Distrito Federal —actualización publicada en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México, el 24 de agosto de 2018— indica que deben integrarse en guarniciones y banquetas, rampas de servicio para personas con discapacidad.
De acuerdo con la normatividad, el ancho de banqueta en lo que se refiere a franja peatonal debe ser de, al menos, 0.90 metros, mientras que en todas las esquinas debe existir una rampa con una pendiente máxima de 8% en peraltes y hasta 0.18 metros. También por reglamento, los edificios deben contar con estacionamiento con áreas exclusivas para discapacitados, así como muebles sanitarios accesibles para personas con discapacidad, entre otras características.
En las calles se han incluido también semáforos con sonido para facilitar el tránsito a las personas invidentes, mientras que en el Metrobús y en el Metro también se dispone de un sonido característico para avisar a los usuarios el tiempo de descenso o ascenso en las unidades, las cuales tienen espacios exclusivos para discapacitados.
Con la finalidad de mejorar el desplazamiento de estas personas, el Gobierno de la Ciudad de México promueve desde hace algunos años la “Tarjeta Libre Acceso del Metro”. Si bien el Sistema de Transporte Colectivo Metro ha desarrollado acciones para tratar de apoyar a las personas con discapacidad, como los 103 elevadores de uso exclusivo en las Líneas 1, 2, 3, 8 y 9 del Metro, no siempre funcionan o a veces las personas no pueden llegar hasta donde se ubican o desconocen que existen.
Roxana Pacheco explica que, desafortunadamente, al no contar con la infraestructura necesaria, la mayoría de los discapacitados están relegados, ya que al menos, en México, aproximadamente 60% tiene alguna dificultad motriz: “Somos invisibles porque estamos encerrados en nuestras casas”, señala.
Añade que 80? las personas con discapacidad están en edad productiva, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), por lo que podrían trabajar, pagar impuestos y contribuir al incremento del PIB, si existiera accesibilidad universal, lo cual se puede lograr si se convierten los espacios incluso con aspectos tan simples como vestidores que se abran hacia fuera, puertas más amplias, rampas que no sean tan inclinadas y tengan buen ancho.
Otro dato relevante que explica es la reducción del nivel educativo, pues el analfabetismo en personas con discapacidad representa 14.7?este segmento poblacional, lo que repercute en su inserción laboral. La discapacidad también puede generar pobreza y al ser pobres y discapacitados son doblemente marginados.
Pero Roxana Pacheco insiste en que esta población puede salir del asistencialismo con infraestructura adecuada para movilizarse.
Ruta hacia la inclusión
Luis Quintana Villa Michel, fundador y director de Todo accesible, empresa que realiza diagnósticos sobre la accesibilidad en los inmuebles, destaca que los discapacitados, al viajar, siempre tienen que pagar doble porque hay una persona que les ayuda a desplazarse, entonces son dos boletos de avión, dos hospedajes, comidas, etc., por lo que deben considerarse para proveerles facilidad en los desplazamientos.
Adicionalmente, hay un segmento entre la población discapacitada o mayor de 60 años que ha trabajado toda su vida y cuenta con recursos suficientes no sólo para viajar, sino para pagar por adecuaciones a su vivienda, por lo que representan un segmento de negocio que los profesionales de la construcción deben considerar.
Para José Luis Gutiérrez Brezmes, director del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana, tener ciudades incluyentes no solamente se debe referir a la construcción, pues todos tenemos responsabilidad en este aspecto.
“Lo que construimos solo es el escenario en donde se desarrolla la sociedad, lo que tiene que haber es un cambio de paradigma, un cambio e modelo de la forma en que vivimos acorde con un escenario donde lo podamos realizar. Es algo que no nada más se resuelve desde nuestras profesiones. Una ciudad incluyente debe ser una ciudad para todos, no para los estereotipos. Cada uno de nosotros tenemos características distintas”, señala.La posibilidad de una verdadera integración e inclusión de todos los segmentos de la sociedad poco a poco se va alcanzando, y en este sentido, son indispensables la construcción de inmuebles con acceso fácil a discapacitados, así como la infraestructura urbana.