El gremio de arquitectos está planteando nuevas soluciones para vivir, trabajar y convivir.
Tal vez nuestras necesidades de vida habían cambiado desde hace años, pero no nos habíamos percatado hasta que la pandemia llegó y tuvimos que adaptarnos. Ahora, los espacios en los que vivimos, laboramos, estudiamos y en donde convivimos deben ser distintos.
En este sentido, los arquitectos tienen una gran responsabilidad social para crear estos nuevos espacios. Marco Antonio Vergara, presidente de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana (FCARM), informó que desde que se creó el “Día Mundial del Hábitat”, en 1985, ONU-Hábitat ha establecido una serie de discursos temáticos anuales que buscan lograr propósitos específicos, como La Nueva Agenda Urbana (Hábitat III), los Compromisos adoptados en la lucha contra el Cambio Climático (Acuerdo de París) y las Metas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ODS-2030).
“Este año 2021 ha señalado como propósito ‘acelerar la acción urbana para un mundo libre de carbono’, haciendo énfasis al notorio cambio climático y las terribles y fatales consecuencias que ello origina. Esta convocatoria es en realidad una ‘llamada de auxilio’ a quienes diseñan, desarrollan, administran y gestionan cotidianamente los asentamientos humanos, colocando la pandemia del COVID-19 como la oportunidad para potenciar un cambio de rumbo en la acción climática hacia las energías limpias y el desarrollo sostenible”, señaló Marco Antonio Vergara, en su mensaje por el Día Mundial del Hábitat, Día Mundial de la Arquitectura (que se celebran el primer lunes de cada mes) y Día del Arquitecto (en México, el 1 de octubre).
Al abordar el tema del hábitat, el arquitecto Luis Enrique López Cardiel, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Futuros A. C. (CEIDFU), explicó que antes que nada hay que precisar que el hábitat del ser humano se coloca en dos grandes esferas: el hábitat en el marco de las ciudades, o sea, de lo urbano, y el hábitat más disperso, que puede ser suburbano, periurbano, hasta lo rural, lo campestre o el hábitat remoto.
López Cardiel, quien es también presidente del 18° Congreso Internacional “Hospital del Futuro”-Seminario Internacional de Prospectiva “Regenerar la salud con Inteligencia… Artificial”, indicó que las personas se integran como familia, como poblaciones pequeñas, localidades, como colonias y así sucesivamente hasta integrar ciudades. Estos núcleos de comunidades tienen sus propios conceptos de hábitat que se relacionan con sus costumbres, su calidad de vida, su cultura, etc. Por otra parte, aunque estemos en una zona territorial, no es lo mismo el hábitat de las personas que residen en Lomas de Chapultepec, que el hábitat de quienes viven en Iztapalapa o en Xochimilco, por lo que hablar del hábitat es muy complejo y ambiguo, mencionó.
“Tradicionalmente, pensamos que los arquitectos hacen el hábitat, pero coadyuvamos a hacer una gran parte de ese hábitat y específicamente el hábitat construido; el hábitat en general tiene que ver más con una especie de estilo de vida y la capacidad que cada una de las personas tiene para desarrollar y para seleccionar su propia definición de estilo de vida, en el marco de sus costumbres, de sus tradiciones, de sus facilidades de ingreso económico, de su educación, de su cultura y, particularmente, si es que queremos hablar del desarrollo sostenible, debe tener una idea clara de hacia dónde debe dirigir sus futuros”, dijo, en entrevista, Luis Enrique López Cardiel.
Cambiar el espacio público
Por su parte, el arquitecto Juan Antonio Rivas Lozano, director de Operaciones en Graus, opinó que la pandemia hizo evidente la importancia del espacio público y del espacio abierto en el desarrollo de la vida cotidiana de cualquier habitante de cualquier ciudad en el mundo.
“El espacio público se vuelve esta conexión entre el espacio interior, el espacio íntimo, el espacio privado donde se realizan actividades que solo se pueden efectuar en el núcleo familiar cercano o en la individualidad, completamente solo, y eso le da ese carácter tal como lo dice su nombre: del espacio público, y justo en este aspecto del diseño en el espacio público es donde creo que la responsabilidad social genera un debate muy importante”, declaró Juan Antonio Rivas.
Entonces, afirmó, hay que considerar la calidad de los parques, de las banquetas, del mobiliario urbano, la calidad de cómo se circula en las calles, de dónde pueden estar los niños jugando seguros o dónde las personas pueden darse un respiro en el día a día en el trabajo, y ahí es donde hay una responsabilidad social muy relevante de los arquitectos, urbanistas y diseñadores para crear el espacio al que todos tenemos acceso para que sea más equitativo y que se distribuya de mejor manera.
En entrevista, explicó que también hay una responsabilidad social de los arquitectos acerca de cómo se planean y cómo se viven los edificios.
“Nosotros en el despacho, en Graus, y yo como arquitecto, desarrollo 90% de los proyectos que hacemos en la Ciudad de México, que es la más grande en el país, y eso implica darnos cuenta de algunos fenómenos sociales y económicos que suceden y tienen que ver con la oferta, principalmente, de vivienda. Aproximadamente el 70% de la superficie del área metropolitana del Valle de México es vivienda, y la oferta de vivienda implica también una gran responsabilidad social de los arquitectos”, apuntó.
Asimismo, añadió que vale la pena poner en la mesa el papel que juegan los arquitectos como tomadores de decisiones en cuanto a las políticas públicas relacionadas con la ciudad y el desarrollo urbano.
“Desde mi perspectiva, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) ha avanzado mucho en este aspecto durante los últimos años, llevando a cabo proyectos de espacio público ambiciosos en zonas donde en periodos pasados habían sido olvidados o marginados, pero creo que todavía hay una labor muy importante acerca de cómo la arquitectura, el diseño y el urbanismo pueden afectar de manera positiva las ciudades”, comentó Antonio Rivas.
Agregó que en la opinión pública, los arquitectos, los urbanistas y los diseñadores no se consideran como tomadores de decisiones en aspectos de políticas públicas y ahí existe un gran nicho de oportunidad para la profesión y para el gremio.
“Reseteando” el hábitat
Para Luis Enrique López Cardiel, la pandemia vino a “democratizar el hábitat”, porque, por ejemplo, las personas que tienen muchos recursos y que podían ir a sus oficinas en sus helicópteros o en sus limusinas, con sus guardaespaldas, tuvieron que quedarse en sus casas al igual que la mayoría de la población, y esto hizo que resultara un poco más similar el hábitat entre todas las poblaciones.
Durante el tiempo de contingencia sanitaria por el COVID-19, el gremio de los arquitectos, realizó un gran esfuerzo nacional por saber cuáles eran los impactos del hábitat en la pandemia, y analizaron cómo estaba el hábitat antes de que ocurriera ésta para plantear el hábitat para los futuros. Al final, elaboraron un documento denominado “Reseat el hábitat”, el cual, en un par de meses saldrá a la luz pública, destacó Luis Enrique López Cardiel.
Al respecto, Marco Antonio Vázquez aseveró que en este periodo de reflexión que se ha dado por la pandemia, los arquitectos mexicanos, en colaboración con diversas instituciones, organizaciones y especialistas en diferentes áreas, han desarrollado una serie de planteamientos de carácter de disruptivo, que se abordan bajo un criterio de cambio absoluto, creando alternativas opuestas al proceso de incertidumbre actual, incluso en aquellos temas que parecen contar con rutas positivas de mejora.
“Esta serie de planteamientos disruptivos las expresamos en una estrategia integral denominada “Reseat el Hábitat”, como instrumento portador de futuros para revertir nuestros grandes rezagos, y se integran en una “Declaratoria de Prospectivas del Hábitat Post-Pandemia”, que, entre otros (aspectos), nos recuerda que la dimensión de los impactos que la pandemia del COVID-19 ha originado en los estilos de vida de la población mundial son de tal magnitud, que muchos de nosotros, a pesar de vivirlos, no hemos alcanzado a comprender su extensión y mucho menos su trascendencia”, señaló el presidente de la FCARM.
Luis Enrique López Cardiel, recordó que, por ejemplo, antes de la pandemia íbamos a trabajar, al cine, a un café, a la escuela, etcétera, y teníamos un promedio de estancia en nuestras casas entre 9 y 10 horas al día, pero con la democratización del hábitat, de repente teníamos que estar en nuestras casas 23 horas y esas diferencias de horas de antes de la pandemia y durante ésta es el centro de “Reseat el hábitat”.
Aquí también hay que considerar el “reseat la vivienda”, advirtió, porque todos en nuestras casas sufrimos de alguna manera en un microhábitat ciertas desventajas, ya que algunos tenían un espacio para un escritorio, mientras que otros debían hacer la tarea desde su cama, que además de cama era escritorio y sala de reunión, y de repente se convirtió en un microhábitat muy denso, muy conflictivo, muy centrado hacia la familia y hacia las relaciones micro personales.
Asimismo, “hicimos ejercicios de replanteamientos del hábitat de transporte, de la movilidad en general, del espacio público, del empleo, de la educación, la salud, o sea, todo lo que representaría infraestructura y equipamiento, de todo eso hicimos un planteamiento de reposicionar el concepto del hábitat, lanzarlo a una nueva estrategia en términos de entender qué se debe de modificar de todo a todo”, expuso López Cardiel.
De esta manera, en los siguientes años se observarán cambios en el hábitat de las personas, que se ajustarán a las nuevas necesidades, pero también tendrán que considerar el cuidado al medio ambiente, lo cual es otro asunto que sigue pendiente.