Durante la reciente edición digital de Expo CIHAC, el Arq. Juan Carlos Baumgartner expuso que la arquitectura no debe ser aburrida, sino incentivar la sorpresa.
La arquitectura puede curar, pero también puede dañar, afirmó Juan Carlos Baumgartner, CEO y fundador de SpAce, firma de arquitectura y diseño de interiores, durante Expo CIHAC, en su reciente edición digital 2021.
Baumgartner se ha distinguido su estudio de la neuroarquitectura, la relación de los espacios que habitamos con emociones y sentimientos como alegría, estrés, tristeza, etc.
En la conferencia “SpAces of Awe: una visión más allá de la biofilia”, el arquitecto expuso que “el dolor es un mecanismo de sobrevivencia puro y nato, se encuentra en lo que algunos conocen como el cerebro reptiliano y el mecanismo del dolor funciona de modo que, cuando algo en tu cuerpo duele, la parte que duele le manda una señal a la corteza insular, que es la parte del cerebro reptiliano y la corteza insular manda una señal a la parte motriz”.
De esta manera, el mecanismo funciona como una advertencia de que, cuando hay algo que no es bueno para ti, algo que duele, entonces el cuerpo reacciona, comentó.
Explicó que no solamente el daño físico duele, sino que hay otros tipos de dolor, como el provocado por el aburrimiento o la falta de socialización, lo que se ha incrementado durante esta pandemia. Este dolor tiene el mismo impacto o desgaste en el cerebro.
Por otra parte, está la estética. Relató cómo el hombre primitivo posiblemente fue descubriendo que una fruta que tenía apariencia putrefacta le hacía daño, entonces fue eligiendo las frutas que se veían en mejor estado, las más estéticas. Eso resultó ser una buena herramienta para sobrevivir y aún se conserva en el cerebro reptiliano.
Igualmente, indicó que somos frágiles, pues no tenemos una piel especial o algo que nos defienda individualmente, por lo cual “como mecanismo de sobrevivencia, la naturaleza nos dotó de un cerebro social, que cuando se enfrenta a una falta o un rechazo de socialización, reacciona con dolor. Lo interesante de estar durante años estudiando neurociencia cognitiva, es que llegas a una serie de conclusiones paradójicas: mientras más tecnología tenemos y esa tecnología nos ha dado la posibilidad de conocer nuestro cerebro, cómo funciona, etc., más claro me queda que somos cavernícolas con herramientas sofisticadas”, refirió.
A pesar de esto, como sociedad hemos diseñado espacios aburridos, poco sociales y poco estéticos: espacios que provocan dolor, destacó Juan Carlos Baumgartner. Por citar un caso, el mundo corporativo ha tenido, por mucho tiempo, espacios aburridos, poco sociales y poco estéticos.
Hay otro ejemplo de esto. Constantemente se les culpa a los niños con déficit de atención por estar distraídos en un salón de clase, pero tal vez es consecuencia ante el aburrimiento y su malestar en ese lugar, por lo que su reacción es: “si esto no es bueno para mí, me tengo que mover”; entonces, no es el niño quien tiene el problema, sino la arquitectura. A través del diseño, quizá se podría eliminar este inconveniente y ayudar a los niños con déficit de atención, comentó.
Pero, ¿qué elementos se deben considerar para que la arquitectura no sea aburrida? Juan Carlos Baumgartner responde que “la razón por la que lo aburrido es tan malo para el cerebro es que evolucionamos en la sabana africana, por millones de años, y la sabana africana si algo tiene es que no es estable, no es continua y el cambio es algo caótico. Por eso al cerebro del ser humano le encanta engancharse con cosas que están cambiando, si no, te aburres. Después de un par de segundos de estar viendo cosas que no cambian, se desengancha el cerebro”.
Ahí existe un gran reto porque la arquitectura es fija y muy compleja, no cambia por sí sola, aseguró, por ello cuenta mucho el tener acceso a luz natural para que, de cierta forma, vaya cambiando la percepción que tenemos de la arquitectura.
Una de las características que también tiene el cerebro es que es una máquina de predecir, mencionó, por lo que si se diseña lo que el cerebro va a estar diciendo, se creará una arquitectura muy aburrida.
“Parte del reto es cuestionar cómo sería el mecanismo de ir prediciendo cosas o recorridos y tratar de ir sorprendiendo a la gente a través de esos recorridos”, apuntó Juan Carlos Baumgartner.
Adicionalmente, hay herramientas tecnológicas en las que se puede apoyar la arquitectura y el diseño, como la iluminación dinámica. Así, además de la luz natural, se puede incluir iluminación artificial e ir cambiando temperaturas para que, de alguna manera, se puedan introducir los factores de dinamismo y sorpresa en la arquitectura.
Particularmente, algo que ha destacado Baumgartner es la consideración del efecto “Awe”. Aunque no hay una traducción específica para la palabra Awe, la podemos relacionar con el momento de sorprenderse por algo, de acuerdo con lo que ha expuesto el arquitecto; es aquí donde la arquitectura y el diseño deben buscar algo que sorprenda, que no sea predecible, algo que no aparente ser estático, que no aburra y que provoque ese efecto Awe.
Por otra parte, en la conferencia dentro de The Construction Summit 2021, expresó que una de las megatendencias es que nos estamos volviendo nómadas digitales: 30% de la población será de nómadas digitales en unos años, y esto incidirá en la forma de hacer arquitectura.
“Yo creo que en general después de la pandemia, algo que nos debería quedar claro es volver a poner al ser humano en el centro de lo que diseñamos, y como arquitecto creo que, paradójicamente, en las tres o cuatro últimas décadas hemos sido particularmente malos para poner al ser humano en el centro de lo que diseñamos”, advirtió Baumgartner.