El avance de las neurociencias en los últimos 25 años ha confirmado la influencia del medio ambiente en nuestro comportamiento. En nuestros códigos genéticos, los científicos han descubierto cómo el espacio donde convivimos afecta el desarrollo celular y el sistema nervioso, expresó Karina Lozano Rodríguez, especialista en neurociencias para arquitectura, diseño y urbanismo.[1]
Estos descubrimientos enfocados a la salud y bienestar social se han extendido a otras disciplinas como la arquitectura y el diseño de interiores, que son las encargadas de crear espacios para las personas, comentó la arquitecta mexicana durante su participación en el 4º Encuentro de Diseño y Arquitectura 2021 celebrado en la Universidad de Mendoza, Argentina.
En su blog, indicó que las personas pasamos más del 90% del tiempo en interiores, y esto tiene un efecto en la psicología, la salud, la claridad mental y las relaciones personales, por ello la importancia de la neuroarquitectura, que busca favorecer el bienestar a través del espacio con el apoyo de los avances biológicos y científicos.
La especialista considera que la arquitectura, las personas y el ambiente deben verse como un sistema vivo, tenemos que “reconocer lo entrelazados que estamos y desde el diseño atender a estos problemas; hay muchas disciplinas y áreas de conocimiento que se están combinando actualmente, surgen ideas y resultados muy útiles para nuestra práctica”.
Esta nueva visión del interiorismo es el fruto de varias disciplinas como la psicopedagogía, la neurobiología y la neuroestética, que “nos dan una explicación de cómo nos comportamos, cómo nos sentimos y cómo nos desarrollamos en ciertos ambientes”.
Luz, color y acústica en el neurointeriorismo
El neurointeriorismo se aboca a investigar cómo influyen el diseño, la luz, el color y la acústica, entre otros elementos, en el bienestar físico, emocional y mental de las personas. Se trata de buscar respuestas inteligentes y soluciones funcionales para aplicar en los espacios físicos.[2]
Aunque no es posible crear una estancia o habitación perfecta, se puede emplear el espacio de forma estratégica, en función de la actividad que las personas van a desarrollar en ella y dependiendo de factores como su edad, cultura o género. En ese sentido, se pueden diseñar escuelas de tal forma que ayuden a mejorar la concentración, la memorización y el aprendizaje de los alumnos, o bien incluso hospitales que fomenten la recuperación de los pacientes.[3]
La empresa española de cerámica, Azulev, reconoce que la ciencia demostró que nuestro cerebro produce más oxitocina y serotonina (hormonas de la felicidad y amor), si nuestros entornos son agradables. “Si aplicamos esta información al diseño de interiores, sea cual sea la función del espacio que se vaya a transformar, conseguiremos tener hogares que nos aporten mayor satisfacción emocional”.
Destaca que en el diseño de interiores doméstico aún queda mucho por hacer. Se trata de ir un paso más allá de la decoración e indagar qué efecto específico tienen los espacios sobre el estrés, las hormonas y el tipo de pensamientos que generamos.
En un artículo publicado en su página web, refiere que el neurointeriorismo es una disciplina que cada vez estará más presente en el diseño del hogar, igual que ha ocurrido con el neuromarketing en el análisis del comportamiento del cerebro en los procesos de compra.
Vale la pena explorar esta disciplina o sus hallazgos en la construcción de espacios más efectivos, que fomenten el bienestar de sus usuarios.
[1] Disertación en la Universidad de Mendoza, Argentina, consultada en: https://www.youtube.com/watch?v=wJHo9Huaa18&t=389s
[2] “El neurointeriorismo, cómo impacta el diseño de interiores en las emociones”, en http://azulev.com/es/blog/neurointeriorismo-como-impacta-el-diseno-de-interiores-en-las-emociones
[3] De Paiva, Andrea, “Neuroscience for Architecture: How Building Design Can Influence Behaviors and Performance”, in Journal of Civil Engineering and Architecture, 12(2), Febrero 2018.