¿Qué podemos esperar quienes estamos inmersos en la actividad de la Construcción con la entrada en vigor del T-MEC?
Con en el anterior tratado, el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), las expectativas fueron muchas, algunas se convirtieron en realidad y otras en una amenaza a la industria (Construcción) nacional. La competencia interna y con jugadores externos se dinamizo y se aceleró con los años. Las dos últimas décadas fueron de retos, de ajustes, de crecimiento profesional y empresarial y por supuesto, de adversidades, de fracasos y dificultades, todas propias del crecimiento y desarrollo de nuestra actividad profesional y empresarial. Con estos retos que trajo el TLCAN fuimos dejando atrás una cultura diferente de relaciones profesionales y de negocios que una economía cerrada como lo fue la nuestra durante los años 60´s, 70´s y 80´s nos había impuesto. La amenaza--al principio--de una economía mucho más fuerte y competitiva, nos puso en alerta y nos sacudió como sociedad. Como se dice en el argot boxístico, con el tiempo, “nos crecimos al castigo”.
El TLCAN, nos insertó en un campo de acción competitivo y dinámico, dentro de nuestra propia economía nacional. Principalmente en el referente a las grandes obras y los grandes proyectos. Nuestras ciudades, fueron rápidamente tomando otra fisionomía como cuerpos urbanos y estos, como componentes de la estructura urbana del país. Llegaron inversiones de todo tipo, y hoy día, son una realidad inobjetable, son parte del escenario urbano y social de nuestras urbes. Por supuesto, todo esto tiene su lado difícil y de este proceso de transformación de nuestra infraestructura y supraestructura en estos últimos años, podríamos decir muchas cosas, referirnos, por ejemplo, a las bajas que sufrimos (empresas que cerraron) y a la posible pérdida de identidad nacional. Sin embargo, lo evidente no se discute mucho, fueron más, mucho más, las ventajas y los beneficios que las desventajas. Un tratado que en su momento fue muy criticado por líderes opositores al entonces gobierno en turno del país, cuando se negoció y finalmente se firmó, el 17 de diciembre de 1992. También recibió duras críticas de algunos intelectuales, que hoy día, han aceptado las ventajas que este tratado ha dejado al país. El mismo presidente de la república, Lic. Andrés Manuel López Obrador, opositor en aquellos años del TLCAN, es hoy, un ferviente creyente del potencial de este instrumento (el T-MEC), a pesar de todas las desventajas, dificultades y temores que se presentaron al inicio de la entrada en vigor de este tratado, en los años 90´s.
Así que, con el T-MEC nadie podrá verse sorprendido, pues ya hemos vivido y experimentado las bonanzas y dificultades del TLCAN durante los últimos 26 años (entro en vigor en enero de 1994). En los hechos, el T-MEC es un tratado que utilizo de base al anterior TLCAN para su replanteamiento, para ajustarse a nuevas exigencias y tecnologías y algunas otras adiciones que pudieran ser cuestionables, pero el objetivo de este artículo no es referirnos a esos asuntos o detalles cuestionables, sino a identificar y describir las posibles oportunidades para nuestro sector de la construcción. Los retos seguirán siendo los mismos. Y las ventajas también. El país del norte, es uno de los mercados más grandes del mundo, uno de nuestros principales “Clientes” por decirlo de alguna manera. Hoy día, dependemos estrechamente uno del otro, su producción depende de la nuestra en algunos sectores, como en el automotriz, por poner un ejemplo. Nuestra industria nacional, ha crecido enormemente gracias al intercambio comercial con los E.U. Y con Canadá, pero principalmente con los E.U. De seguir esta dinámica--por supuesto siendo superada la pandemia que hoy vivimos--podremos “especular” que nuestra Industria de la Construcción, volverá tarde que temprano a ser un motor de la economía y un factor determinante--sino es que el más importante--del crecimiento económico del país. Me explico cómo y porque:
Cuando las inversiones llegan al país y éstas están destinadas a la producción, se transforman en bienes de capital, muchos de ellos, en edificios de las corporaciones inversoras, ya sea oficinas corporativas, plantas industriales, y cualquier otro tipo de desarrollos de edificación. Posteriormente los negocios se van ampliando a campos subalternos de esas inversiones iniciales. Vivienda, comercios, etc. Todos ellos servicios adicionales que la gente que labora en esas compañías va requiriendo. Ahí está nuestra oportunidad como Arquitectos e Ingenieros, en la generación de esos proyectos arquitectónicos e ingenieriles que se necesitan para el asentamiento de esas inversiones en nuestro país y por supuesto para su construcción. Proyectos que van atendiendo la demanda de quienes están laborando en esas compañías y para el desarrollo urbano necesario que permita la inserción de esos proyectos en la ciudad.
Las dudas al respecto de esta expectativa surgieron en el primer año de gobierno del presidente Donald Trump, dadas sus declaraciones y políticas públicas implementadas que facilitaron el retorno a su país de inversiones de compañías estadounidenses, ya programadas con anterioridad en nuestro territorio. El caso más emblemático fue el de la planta de la Ford Motor Company, en el Estado de San Luis Potosí, a principios del año 2017. Sin embargo, esas dudas, hoy día se han disipado, este tratado (T-MEC) representa para los E.U. y principalmente para su presidente, “un gran logro, un triunfo”, según sus recientes declaraciones y sus reiteradas muestras de júbilo por la entrada en vigor de este tratado. ¡Aprovechémoslo! Las oportunidades están ahí, en el ámbito de los negocios entre particulares, con grandes empresas y pequeñas franquicias. Sin lugar a dudas, un ámbito de oportunidades.
Como decimos coloquialmente los mexicanos, “vamos por todas las canicas”. Pero primero resolvamos un detalle importante que tiene que ver con la competencia desigual en la prestación de nuestros servicios profesionales. Voy al punto.
Para entrar a esta nueva etapa, tenemos que apretar fuerte y hacer valer nuestros derechos como profesionales y no perder esas posibles oportunidades. Cosas que no hicimos en el pasado reciente. Me refiero a la prestación de servicios profesionales como Arquitectos e Ingenieros. La ley Reglamentaria del Art. 5° de la Constitución, no permite a ningún extranjero que no cuente con la cedula profesional con efectos de patente, emitida por la Dirección General de Profesiones (DGP) de la SEP, prestar los servicios profesionales de Arquitectura y sus ramas afines, igualmente de la Ingeniería. Estas definiciones fueron incluidas en el TLCAN y no se modificaron con el T-MEC. Siguen vigentes. No es posible que un Arquitecto extranjero, aun siendo muy reconocido internacionalmente, pueda realizar trabajos profesionales relativos a la Arquitectura y sus ramas afines. A solo que tramite y presente los documentos necesarios para que se le otorgue la cedula profesional con efectos de patente. Asunto que, al día de hoy, ninguna autoridad Federal, Estatal o Municipal ha considerado. Mucho menos las empresas extranjeras (y también algunas mexicanas) que, llegando a nuestro país para asentarse en nuestro territorio, tampoco lo consideran. Una vez que adquieren los terrenos necesarios para el desarrollo de sus inversiones, traen a los Arquitectos de su país, y con ello los proyectos arquitectónicos correspondientes. Nosotros no podemos hacer eso en E.U., porque la ley regula esa actividad y también el tratado en mención. Ellos son muy estrictos con estas disposiciones. Imposible que te digas o te presentes como Arquitecto, aun teniendo el título y cedula profesional de nuestro país, si no te has acreditado ante sus instancias correspondientes. No podremos estar totalmente satisfechos de un tratado--que, aunque promueve la inversión, y esto, facilita el desarrollo y en especial, el crecimiento de nuestro sector e industria--sino hacemos valer esta normatividad tan importante para el desarrollo de nuestra actividad profesional.
Fue un error, una omisión o tal vez una actitud complaciente, que esto haya sucedido en las casi tres décadas pasadas, ya sea por temor a enfrentar o reclamar a la autoridad que este principio plasmado--no solo en nuestras leyes, sino también en el TLCAN anterior--se respete. Por supuesto, los Arquitectos e Ingenieros extranjeros formados en su país pueden ejercer la arquitectura o la ingeniería en el nuestro, siempre y cuando, cumplan con los requisitos que nuestras leyes y el ahora T-MEC obligan cumplir, que es primero, obtener previo su tramitación y demás procedimientos, la cedula profesional. Y luego los permisos correspondientes, como es la visa de trabajo. De hecho, esta exigencia quedo plasmada ya en un documento de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana, A.C. Fechado el 19 de noviembre del 2016, en la que se resume una declaratoria consistente en esta exigencia que acabo de mencionar.
Este es uno de los campos de oportunidad más importantes en este tema de las inversiones en bienes inmuebles y en general de las inversiones en el desarrollo de espacios de trabajo de las corporaciones que tienen planeado su establecimiento en nuestro país. Solo que es necesario y urgente hacer valer el marco jurídico y regulatorio de nuestra actividad profesional y empresarial.
Arq Victor Manuel Puente / MAestro en la administración de la construcción / Miembro del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México desde 1991