Una inclinación creciente y atractiva se hace presente en la inversión de edificaciones sustentables, cuyo auge va en ascenso desde que son conocidos los beneficios económicos, sociales y ambientales derivados de este tipo de construcciones. La línea argumental de esta corriente se basa en una serie de atributos y características que permiten su permanencia y reproducción generalizada mediante la promoción de relaciones armoniosas entre la humanidad y la naturaleza.
La sostenibilidad es sin duda un pilar fundamental en todos los sectores y, por supuesto, para la arquitectura y la construcción no es la excepción. ¿Nos hemos planteado el impacto ambiental que tienen los edificios en los que pasamos buena parte de nuestro tiempo? Para darnos una idea, en la Unión Europea los edificios consumen el 40% de la energía total, por ello es importante pujar por aquellas edificaciones que cumplan con las directrices establecidas por los sellos y certificaciones de sostenibilidad.
La emisión de gases efecto invernadero, la producción de desechos y el uso de recursos consumidos a lo largo de la vida útil del edificio, son factores que han despertado el interés de diversas instituciones. De acuerdo con el Consejo Mundial de Edificación Sustentable, las edificaciones y en general la industria de la construcción son responsables, a nivel mundial, del 36% del consumo energético, el 38% de la energía relacionada con emisiones de carbono y 50% del consumo de los recursos, y se espera que esta huella se duplique para el 2060.[1]
Algunas organizaciones han desarrollado criterios y sistemas de calificaciones para el mejoramiento del desempeño ambiental, tales como las certificaciones LEED (Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental, por sus siglas en inglés), o incluso la certificación Living Building Challenge (Reto del Edificio Vivo), las cuales buscan garantizar que los edificios disminuyan sus emisiones de COâ‚‚, evitando que durante todo su ciclo de vida se produzcan efectos potencialmente dañinos para humanos y medio ambiente.
También existe una acreditación sumamente rigurosa para los “edificios verdes”, acuñada por el International Living Future Institute: la Certificación Zero Energy Building o edificios cero energía, la cual garantiza una construcción de alto desempeño energético y que emplean solo energías renovables para su consumo, sin el uso de combustión.
Por definición, el término NZEB es un acrónimo del inglés de “Net Zero Energy Buildings”. Esta abreviatura hace referencia a las construcciones que producen la casi totalidad de su consumo energético a través de fuentes renovables, esto es, la demanda de energía debe ser igual a la producida por el edificio. Por tanto, el objetivo que se busca alcanzar en pocos años, es construir inmuebles que cumplan con altos niveles de ahorro energético. Actualmente, hay menos de 20 edificios NZEB en el mundo (EEUU, Canadá y Nueva Zelanda); en Latinoamérica el primer “edificio del futuro” se construirá en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
El primer objetivo temporal establecido en la campaña Advancing Net Zero está fijado para el año 2030, fecha en la cual todos los edificios que se construyan deberán ser Net Zero Carbon. El segundo objetivo, cuya fecha se ha establecido en 2050, coincide con el reto de “la neutralidad climática general 2050” determinado por la Unión Europea. Para el año señalado, todas las construcciones, nuevas y existentes, deberán ser Net Zero Carbon.
[1] https://www.worldgbc.org/thecommitment
Actualmente, la calificación energética de un edificio se expresa a través de diversos índices anualizados que evalúan el comportamiento de la construcción y brindan información útil sobre los aspectos a tener en cuenta al momento de proponer recomendaciones. Entre ellos se incluyen las emisiones de dióxido de carbono y el consumo de energía primaria no renovable. Para ello, se analiza la potencia consumida en calefacción, refrigeración, ventilación, producción de agua caliente e iluminación utilizadas para mantener condiciones de confort térmico, lumínico y de calidad del aire interior.
Existe una diferencia entre las certificaciones Zero Carbon y Zero Energy para las edificaciones. Zero Carbon se refiere a que el total de la energía asociada con el proyecto debe ser compensada por energía renovable, ya sea producida en sitio o bien en un punto distinto (y transmitida a través de la red eléctrica, de forma que pueda comprobarse su origen mediante un Certificado de Energía Limpia o su equivalente). En esta certificación, es necesario revelar y compensar el 100% de las emisiones de carbono asociadas tanto con la construcción como con los materiales empleados.
La mayoría de los edificios Net Zero Carbon están aún conectados a la red eléctrica, lo que permite que la electricidad producida a partir de fuentes convencionales de energía se emplee cuando la generación de energía renovable no puede cumplir con el consumo que demanda el edificio.
Por su parte, los edificios que aspiran a ser certificados como Zero Energy, precisan todas las necesidades energéticas del inmueble sean satisfechas mediante fuentes renovables, preferentemente generadas in situ, para obtener de forma anualizada un balance de cero emisiones de carbono en su funcionamiento.
Independientemente de si se aspira a un edificio Zero Energy o Zero Carbon, reducir al mínimo el uso del recurso energético a través del diseño eficiente del edificio debe ser un criterio fundamental y la prioridad en todos los proyectos de este tipo. En este sentido, la eficiencia es la estrategia general con el más alto retorno de inversión.
La maximización de las oportunidades que otorga la eficiencia predeterminada, antes de desarrollar los planes de energías renovables, reduce al mínimo el costo de estos proyectos inmobiliarios. El uso de herramientas de análisis de energía avanzada y equipos de diseño, pueden optimizar los diseños y el uso de tecnologías eficientes.
El diseño de este tipo de edificaciones cumple con varios de los puntos relacionados a una arquitectura sostenible en relación con el consumo de energía, por ejemplo: iluminación natural, ventilación natural, masa térmica, protección solar. Adicional a esto puede incluir mejoras en tecnología como ventanas de alta eficiencia, aislamiento térmico, iluminación de bajo consumo, pisos radiantes, colectores solares, etc.
Demostrar que una edificación es Net-Zero requiere de simular y optimizar el desempeño de los sistemas durante su diseño y será imprescindible un proceso de evaluación y monitoreo constante durante su funcionamiento, con la finalidad específica de verificar que el consumo proviene de energía renovable como la solar fotovoltaica o la eólica, entre otras.
El éxito de la implementación de estas iniciativas en varios países dependerá de la manera en que los organismos gubernamentales promuevan los incentivos y desarrollen regulaciones que reconozcan las ventajas de estas edificaciones, a fin de hacer más accesibles las tecnologías necesarias de producción de energía renovable y su implementación en sitio.
Sin duda, este es un nuevo desafío global, en el que muchas edificaciones buscarán obtener los múltiples beneficios de esta manera de conceptualizar la eficiencia energética sustentable, incluyendo el compromiso de coadyuvar a la formación integral de los usuarios sobre hábitos de consumo energético más saludables. Así, adoptar una visión sostenible será trabajo de todos.