La demanda de espacios para vivir o trabajar en las metrópolis es cada vez más alta, por lo que es una buena inversión, ¿pero cómo verificar que contratamos un inmueble estructuralmente seguro?
Es un negocio que actualmente no sólo es rentable, sino que da vistas de un futuro próspero. Para muestra basta un botón: la renta en la Ciudad de México, aumenta alrededor de 8% al año.
Sin embargo, ya sea como un negocio o por necesidad personal, la seguridad de las construcciones es algo en que debe observarse con lupa.
Sucesos como el sismo de 1985 marcaron un parteaguas para la seguridad estructural, pero los ocurridos en 2017, mostraron que la lección no fue totalmente aprendida o acatada; cualquier falla puede incluso costar vidas.
Por ello, hay que saber distinguir los elementos que apoyen en una revisión para aprender a identificar la presencia de un daño en la infraestructura.
El daño estructural se presenta cuando está afectado el esqueleto del inmueble, en decir; cuando las fallas se presentan en soportes como columnas, vigas o losas.
Por otro lado, el daño no estructural se presenta cuando algunos materiales de la vivienda son endebles, por lo que conlleva el riesgo de caerse o desprenderse. Habrá que revisar azulejos, recubrimientos, o cualquier otro propicio a ello.
Cabe aclarar que aunque en algunas ocasiones no implican un posible derrumbe, pueden llegar a ocasionar accidentes, por lo que debes colocarlo en la lista de revisión.
También se deben checar las grietas. Las más frecuentes son las que se forman en las juntas y uniones, y las ubicadas en muros con ventanales y marcos de las puertas. Esto se debe a que son en estos puntos que se acumula más esfuerzo en la construcción.
Una grieta se torna peligrosa cuando se halla en sitios como trabes, columnas o muros de carga. En estos casos se recomienda abandonar el inmueble lo antes posible y reportarlo a un especialista.
Otro punto importante es conocer la antigüedad del edificio, ya que esto puede indicar si fue erigido antes o después de que se implementaran los cambios en el reglamento de construcción, a raíz del sismo de 1985.
No obstante, sea cual sea la antigüedad, es importante darle mantenimiento a la misma, ya que con el propio paso del tiempo se va desgastando, lo cual puede volverla insegura para habitar.
En cuanto a la forma de la estructura, no es recomendable que dos construcciones estén recargadas entre sí, ya que se corre el riesgo de que ocurran daños por impacto. Se debe tener una separación adecuada y libre de escombros entre edificios.
Los muros tienen la función de soporte, por lo que es recomendable que las columnas de carga tengan una misma continuidad desde el piso hasta la azotea. También es óptimo contar con muros estructurales de concreto, ya que estos amortiguan de mejor forma el movimiento en un temblor.
Fijarse en las construcciones vecinas puede darnos indicios de las características de la zona en la que está la propiedad sobre la que se tiene interés. Se recomienda observar si los vecinos presentan o han presentado detalles como hundimientos, inclinaciones o inclusive desplomes.
La prevención también es importante. Es recomendable hacer revisiones periódicas de tuberías, ya que una fuga de agua silenciosa puede generar humedad que dañe irremediablemente la estructura.
Estos consejos sirven para apoyar una vista inicial de la propiedad a invertir, no obstante, cuando se tenga la opción u opciones elegidas, es ampliamente preferible hacer una visita con la compañía de un experto. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil sugiere contactar a un ingeniero especialista en estructuras.