El desarrollo urbano y la vivienda deben estar equilibrados y considerar el cuidado del medio ambiente.
México debe ir adaptando su modelo de negocio ante las nuevas circunstancias económicas y macroeconómicas, así como mejorar una política de desarrollo urbano y vivienda que contemple aspectos como la sustentabilidad.
Para Juan Carlos Zentella Gómez, socio fundador y director general de Local & Global Ideas, el reto en la industria de la construcción es el cambio de paradigma en el desarrollo urbano y de vivienda, ya que hay una nueva política de vivienda, por lo que se requerirán novedosos modelos de negocio que permitan seguir generando empleo y crecimiento.
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) expone que por primera vez el Programa Nacional de Vivienda incorpora los siete elementos que ONU-Hábitat propone para tener vivienda adecuada: seguridad de la tenencia; disponibilidad de servicios, materiales, instalaciones e infraestructura; asequibilidad, habitabilidad, accesibilidad, ubicación y adecuación cultural.
En cuanto a las Reglas de Operación del Programa de Vivienda Social para el ejercicio fiscal 2020 integran tres estrategias: atender a la población con mayor rezago, contribuir en la solución de los grandes desafíos nacionales en materia urbana y de bienestar social, así como fortalecer e incrementar intervenciones que favorezcan la producción social de vivienda asistida.
“Creo que la nueva oportunidad es ir transitando hacia la movilización de ciertas ramas más vinculadas a la regeneración urbana, a la construcción de vivienda nueva. Estamos tratando de controlar en lo posible en las ciudades, de no generar nuevo crecimiento en aras del medio ambiente”, explica Juan Carlos Zentella.
Así, lo que se debe hacer es mejorar lo que existe: los barrios, las colonias y aprovechar el suelo vacante para construir la vivienda, sin extenderse fuera de las comunidades ya desarrolladas.
Entonces con los nuevos modelos de negocio asociados a la regeneración urbana, a la compactación de las ciudades y a la edificación en altura es donde surgen oportunidades, según el especialista, pero a la vez son retos y oportunidades porque no es fácil edificar donde ya está construido.
Ante los cambios que se van presentando día con día, también hay que considerar que las ciudades deben ser resilientes y, por esto, aclara que hay tres elementos principales.
“Uno de ellos es el institucional. Una ciudad resiliente significa que es una ciudad bien gobernada, coordinada entre las distintas áreas que le permiten generar desarrollo urbano, vivienda, servicios urbanos, crecimiento económico y medio ambiente”, explica Zentella Gómez.
En la medida que estas áreas de la administración pública estén operando de manera coordinada, va a ser una ciudad más resiliente.
El segundo elemento es el nivel intergubernamental, porque si una ciudad es bien gobernada y además está bien coordinada con el gobierno nacional, será más resiliente, va a evitar duplicidad en los esfuerzos de la planeación de la ciudad, en la administración de recursos, señala.
El otro punto de la resiliencia es la articulación en la política de crecimiento y de progreso de una ciudad con una política ambiental, porque no se puede contemplar el desarrollo urbano sin tomar en cuenta al medio ambiente.
Al considerar el avance equilibrado de estos aspectos, se trasciende hacia una ciudad más resiliente.
Pero también una ciudad resiliente va a ser aquella que esté mejor capacitada para reaccionar y recuperarse tras un desastre, lo cual implica el fortalecimiento entre las instituciones, la capacidad de movilizar una serie de esfuerzos, recursos materiales, humanos y financieros para salir avante tras un desastre.
Esto aplica no sólo en la construcción de las viviendas, sino también en la reconstrucción de los sistemas que dan soporte: agua potable, alcantarillado, suministro eléctrico, hospitales, centros de salud, de educación, etc., De esta manera, el sistema tiene que operar de manera continua y se tiene que fortalecer luego de una contingencia.