La industria de la construcción no es amigable con el medio ambiente, pues, de acuerdo con el World Watch Institute, el sector consume 40% del uso mundial en piedras brutas, grava y arena, y el 25% de madera virgen por año; contribuye al 40% de la contaminación del agua potable y genera el 50% de residuos en los vertederos. Es de las actividades que produce más emisiones de COâ‚‚, contribuyendo al 23% de la contaminación atmosférica, por lo que es importante que los involucrados en el sector busquen la manera en la que la construcción reduzca su huella de carbono.
Según el sitio de Greenpeace, la huella de carbono es una métrica ambiental que calcula la totalidad de las emisiones de gases efecto invernadero generadas (GEI), directa e indirectamente, por una persona, un grupo, una organización, empresa o incluso un producto o servicio. Se mide en masa de CO2 equivalente porque es el gas más abundante entre los GEI y se utiliza como referencia en la medición del resto de los elementos. Aterrizando lo anterior a la industria de la construcción, la huella de carbono de cualquier infraestructura se compone de la siguiente manera:
- Carbono embebido que se produce por la fabricación de los materiales de construcción, su transporte y los trabajos que se realizan en la obra.
- Carbono embebido residual que se genera durante los procesos de desmantelamiento, demolición o rehabilitación de una obra.
- Carbono operacional que emite la infraestructura a lo largo de su vida útil: la energía que consume, el reemplazo y mantenimiento de los materiales, etcétera.
De esta manera, la creación de inmuebles públicos o privados pertenecen a los proyectos que emiten cantidades importantes de gases efecto invernadero que contaminan al planeta, pero que pueden generar bonos de carbono en la construcción para convertirse en desarrollos de construcción verde.
Pero entonces, ¿qué son los bonos de carbono?
Los bonos o créditos de carbono son un mecanismo internacional para que las empresas, privadas o públicas, reduzcan las emisiones contaminantes al ambiente. Son uno de los tres mecanismos propuestos en el Protocolo de Kioto de 1997 para reducir las emisiones causantes del calentamiento global o efecto invernadero (emisiones GEI). El protocolo ofrece incentivos económicos para que dichas organizaciones contribuyan a la calidad ambiental y se consiga regular la emisión generada por sus procesos productivos, considerando también su derecho a emitir dióxido de carbono (COâ‚‚) como un bien canjeable y con un precio establecido en el mercado.
¿Cómo funcionan los bonos de carbono?
Por lo general, las empresas o gobiernos logran reducir su dióxido de carbono a través de algún proyecto ambiental como de conservación o de reforestación de bosques y selvas. No obstante, la compra-venta de bonos de carbono es una buena opción para las organizaciones que deben cumplir con una meta de emisiones de carbono, pero que no tienen la capacidad de implementar tecnologías o cambios en su cadena de producción para reducir este impacto.
Al mismo tiempo, los bonos de carbono permiten que las empresas logren estar por debajo del límite de emisiones de carbono dictadas por la ley, que eviten ser multadas y disminuyan la cantidad de cargos por impuestos ecológicos. Las reducciones de emisiones contaminantes se miden en toneladas de CO2 y se traducen en certificados de emisiones reducidas (CER), otorgados por el mecanismo de desarrollo limpio (MDL).
¿Cómo reducir las emisiones de COâ‚‚ en la construcción?
Antes de aplicar por una gestión de bonos de carbono, es importante que una empresa maximice los recortes en sus emisiones de gases de efecto invernadero; por un lado, debe de hacer su inventario, cuantificar las emisiones que está generando y tratar de reducirlas a través de iniciativas internas como la adquisición de energía limpia y renovable, el cambio de tecnología, la actualización de equipos, etcétera. Si se llega al punto en donde operativamente ya no es posible disminuir las emisiones, es necesario entrar al comercio de bonos de carbono.
En México, con la reforma a la Ley General de Cambio Climático en 2018, se estableció un sistema de comercio de emisiones que se basa en el principio de tope y comercio, es decir, se establece un tope máximo de emisiones por cada sector económico. Si una empresa queda por debajo de este tope máximo, recibe derechos o bonos de carbono que puede vender; mientras que las empresas que están por encima de este tope deben comprar bonos de carbono a otras empresas para poder compensar y no superarlo.
Esta reforma es una buena oportunidad para las empresas que tienen algún tipo de proyecto de eficiencia energética como generación de energía renovable, el mejoramiento de eficiencia energética de procesos, reforestación, limpieza de lagos y ríos, entre otros, sin embargo, deben cumplir con estándares internacionales para que sean aceptados en el mercado de bonos de carbono y ser constantemente verificados para que demuestren que efectivamente capturan carbono o disminuyen las emisiones del mismo.
Es importante mencionar que solo las empresas que tienen emisiones anuales directas iguales o mayores a 100 mil toneladas de COâ‚‚ pueden comprar y vender bonos de carbono en el mercado de más de 40 países signatarios del protocolo y sus empresas, siguiendo la nomenclatura del Protocolo de Kioto.
¿Cómo vender bonos de carbono?
Las transacciones de bonos pueden ser desde una simple compra o venta de una cantidad específica de bonos, hasta una estructura de compra-venta con diversas opciones, siendo las más comunes, las siguientes:
- Compras Spot: El precio del bono y la cantidad de créditos se acuerdan el día de la compra-venta, pero la entrega y el pago se realizan en una fecha futura cercana.
- Contratos de entrega futura: Se acuerda la compra-venta de una cantidad específica de bonos al precio de mercado actual, pero el pago y la entrega se realizará en una fecha calendarizada.
Todas las operaciones de compra-venta de bonos de carbono están regidas por un contrato entre el comprador y el vendedor, y aunque no hay un valor oficial, de acuerdo con el Banco Mundial, el precio de un bono de carbono promedio a nivel global es de 2 USD por cada tonelada de COâ‚‚.
A manera de conclusión, puede decirse que la construcción tiene muchos proyectos que emiten bonos de carbono por ser una industria de por sí contaminante. De esta manera, incluir materiales orgánicos en la creación de obras públicas o privadas, respetar los recursos locales, apostar por técnicas amigables con el medio ambiente y participar en el mercado de compra y venta de bonos de carbono pueden convertirse en buenas soluciones ecológicas en la construcción que reducirán el impacto de la industria en el planeta durante los años venideros en los que la creación de inmuebles no terminará.
Referencias
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