Ya podemos ver, en algunos países, los indicios de una nueva organización social en la que los humanos vivirán entre objetos que intercambian datos entre sí.
El concepto de Ciudades Inteligentes es más antiguo que las tecnologías digitales a las que se asocia en la actualidad. De hecho, ya en el Renacimiento Leonardo Da Vinci hablaba de una Ciudad Planeada; por otra parte, durante los primeros años del siglo XX, Filippo Tommaso Marinetti —iniciador del movimiento futurista italiano— esbozaba la Ciudad Nueva, su utopía de la metrópoli del futuro, colocando a “la máquina” en un papel protagónico por facilitar la vida de las personas y ser el principal detonador del progreso de las sociedades.
Desde entonces, la idea de las smartcities está fija como una aspiración en el imaginario colectivo. Hoy, esta meta se trata de ciudades que combinan la urbanización con las innovaciones para brindar solución a problemáticas específicas y satisfacer necesidades particulares de sus habitantes.
El concepto actual se alinea a la convergencia de las tecnologías que están transformando la interacción como: Big Data, Cloud Computing, Analytics y que se agrupan en lo que llamamos Internet de las cosas (IoT por sus siglas en inglés), es decir la interconexión de los objetos.
Sin datos no hay inteligencia
Al centro de esta espiral tecnológica conocida como la “Era de la Digitalización” se sitúan los datos. Éstos son generados por las personas al interactuar con dispositivos conectados, o bien, por objetos provistos de sensores.
Cuando los equipos que se ocupan en una casa son capaces de generar datos y pueden interconectarse entre ellos o a la red, se tiene la noción de hogares inteligentes; asimismo cuando la infraestructura urbana dispone de esa capacidad de conexión se habla de smartcities.
De tal modo que los dispositivos, hogares y ciudades inteligentes no son funcionales si no son “alimentados” por datos. Así lo expresa Telcel en su análisis: “Conoce Como Los Datos De Los Ciudadanos Construyen Ciudades Inteligentes”, en el cual profundiza en el consentimiento (implícito o explícito) que otorgan las personas para que la infraestructura de edificios o ciudades haga uso de la información que genera.
Hasta el momento la mayoría de los datos que generan las personas y que son aprovechados por las plataformas de smartcities, surgen en los smartphones y de las distintas aplicaciones (Apps) móviles.
La mayoría de las aplicaciones de la “inteligencia” no son visibles a los ciudadanos, pues las autoridades las está aplicando para mejorar la gestión de la entrega de servicios básicos como agua o electricidad, entre otras.
Sin embargo, un ejemplo más cercano a la gente puede ser en el transporte público. Los usuarios, a través de las aplicaciones móviles dotan de información a quienes administran estos servicios. Puede ser relacionado a la frecuencia de viajes, tipo de transporte (tren, autobús o metro), las formas de pago, las rutas, los horarios, entre otras. Al recopilar los datos de los millones de personas que se movilizan diariamente en las distintas modalidades de transporte público, se tiene un panorama detallado de su uso en las ciudades inteligentes.
Otro ejemplo de mobiliario o infraestructura urbano de nueva generación son los semáforos inteligentes, que al detectar la cantidad de autos en un crucero puede determinar a qué carril dar el paso, incluso podría sincronizarse con otros semáforos para lograr un flujo de autos constante.
Las más inteligentes
En el ranking mundial “IESE Cities in Motion 2018”, realizado por el ICIM, se consideró como la ciudad más inteligente del orbe a Nueva York, seguida de Londres, París y Tokio. En este estudio, de nuestro país solo aparece la Ciudad de México en el escalafón 107 de un total de 165.
Para la clasificación de las metrópolis se considera, además del nivel de adopción tecnológica, factores como economía, medio ambiente, gobernanza, movilidad y transporte, planificación urbana, capital humano y cohesión social.
Fuentes: Estudio “¿Cómo transformar las ciudades para mejorar la vida del ciudadano?”, de EY. “Smart Cities: Digital Solutions For A More Livable Future”, de McKinsey Global Institute.