Ante los temblores es necesario que los inmuebles cuenten con tecnologías de vanguardia y materiales resistentes para asegurar las construcciones.
México se sitúa en lo que se denomina el Cinturón de Fuego, en donde los sismos son una constante, por lo que a través de los años ha sido necesario buscar nuevas alternativas para construir con materiales y tecnologías que brinden mayor seguridad a la población.
El 19 de septiembre de 1985 ocurrió uno de los terremotos más devastadores que se han vivido en la Ciudad de México en los últimos 50 años. De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN) alcanzó 8.1 grados y al día siguiente se registró otro de 7.6 grados. Esto provocó que se colapsaran aproximadamente 300 edificios y 10,000 personas fallecieran, según el diario El Universal, aunque las cifras podrían ser mayores porque no se precisaron.
Después de esto, la normatividad cambió para que las edificaciones fueran más resistentes. Sin embargo, en 2017 nuevamente dos temblores causaron graves daños: uno el 7 de septiembre, de 8.2 grados, y el otro, el 19 de septiembre, de 7.1 grados, que causó deterioros en Oaxaca, Chiapas, Morelos, Puebla y la Ciudad de México, pero muchas de las construcciones afectadas se crearon antes de 1985.
Pocos meses antes de los sismos del 2017 ya se tenía contemplado integrar nuevas normas, y fue hasta el 15 de diciembre de ese año cuando se presentó la actualización de las Normas Técnicas Complementarias (NTC) en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México, con lo cual se pretende que en la capital del país las construcciones sean más seguras, considerando la zona en la que se encuentren.
Ante esta situación, los profesionales del sector han creado soluciones como tecnologías y materiales que mejoran las estructuras de los edificios al suceder un temblor.
“Con las investigaciones que se han hecho en los últimos años, no sólo en México sino a nivel internacional, se han desarrollado algunas estrategias que han funcionado muy bien en las edificaciones, principalmente en países como Japón se han experimentado desde hace muchos años con elementos que, de alguna forma, sirven para resistir los terremotos”, comentó Jesús Valdez Aguilar, CEO de Miyamoto International en México.
Algunos de esos elementos, lo que hacen es transformar la energía del temblor y disiparla, como los amortiguadores que convierten la energía en calor o los amortiguadores de tipo fricción, aseveró el experto, quien colaboró durante los trabajos de rescate y reconstrucción después del sismo del 19 de septiembre de 2017.
En entrevista, señaló: “Hay otras estrategias que lo que hacen es aislar el edificio del movimiento del suelo. Es como poner el edificio en una especie de ruedas, de esferas o de cojinetes de caucho en combinación con otros materiales y entonces lo que sucede es que el sismo se sacude debajo del apoyo del edificio, pero estos elementos son como una especie de almohadilla o de cojinetes que no transmiten la energía sísmica al inmueble, sino que éste se desplaza en unas charolas o en unas placas que evitan que se agite con el suelo. A esos elementos les llamamos aisladores sísmicos”.
Existen otras estrategias que buscan hacer más rígida la estructura de los edificios, mencionó, lo cual se aplicó después de los años 80 y 90. Aunque esto ayuda a resistir el embate del movimiento telúrico, en los interiores de las construcciones no se logra buen comportamiento y los muebles o equipos, por ejemplo, en los hospitales y laboratorios, se pueden descalibrar con la sacudida.
En cuanto a los materiales en las estructuras de los inmuebles, el especialista mencionó que depende del tipo. Para edificaciones de baja altura se incluyen materiales tradicionales como el tabique y lo ideal es que sea tabique tecnificado, fabricado en plantas con calidad controlada, así como técnicas sismorresistentes con marcos rígidos y mampostería.
“En edificaciones de mediana altura se trata de utilizar el concreto reforzado, y si se cumple con la normatividad actual, sí funcionan muy bien las estructuras de concreto, lo único que se sugiere es que los concretos sean hechos en obra, regularmente tiene que ser el concreto premezclado”, explicó. Mientras que el acero debe ser lo que indiquen los proyectos y la normatividad actual para que las edificaciones presenten buen comportamiento sísmico.
Para construcciones de más de 35 niveles, desde hace muchos años se ocupan estructuras de acero para dar resistencia, y actualmente, se crea una especie de híbrido de estructura metálica forrada con concreto reforzado que permite alcanzar grandes alturas. Esto al combinarse con otros elementos como la disipación de energía, logra buen comportamiento ante los temblores, aseguró.
Obras de vanguardia
La primera edificación que se diseñó con estas tecnologías es la Torre Mayor, que se inauguró en 2003 y es reconocida en México y a nivel internacional como una de las más seguras en el mundo.
Este inmueble tiene un diseño muy peculiar en su estructura, cuenta con amortiguadores de tipo viscoso, los cuales fueron creados en Estados Unidos, y el comportamiento dinámico fue diseñado por Kit Miyamoto, el presidente de Miyamoto International.
“En esos años en México no había especialistas de diseños de amortiguador; el proveedor en Estados Unidos buscó a nuestra firma para el diseño de los elementos y el ingeniero encargado de esto fue el propio Kit Miyamoto”, relata Jesús Valdez.
Otro edificio donde se ha aplicado la tecnología de disipación de energía con amortiguadores de tipo viscoso es el de la Secretaría de Economía, en la Colonia Condesa, en la Ciudad de México, que es un inmueble de los setentas renovado con estas medidas.
Igualmente, el nuevo aeropuerto que se está construyendo en Santa Lucía tendrá un edificio con 1,313 aisladores de base, que son estas tecnologías que ayudan a que mientras el suelo puede estar moviéndose, el edificio logre permanecer en su posición, se aísla de la sacudida sísmica, explicó Jesús Valdez.
Aplicación de las tecnologías sismorresistentes en México
El CEO de Miyamoto International en México refirió que desde hace aproximadamente cinco años o un poco más, llegaron a México empresas que promueven este tipo de tecnologías para utilizarse en edificios nuevos, sin embargo, los despachos de ingeniería no las utilizan mucho todavía porque la normatividad no lo exige.
“Si la norma nos pide ciertos elementos o ciertos límites de deformación en una estructura y eso se puede resolver con muros de concreto o con diagonales de acero, los ingenieros simplemente las van especificando y no hay un interés en invertir más desarrollo en el cálculo dinámico, en el diseño dinámico, para integrar un amortiguador o algún contraventeo de pandeo restringido, que es otro de los elementos que actualmente se usan”, afirmó.
No obstante, en México sí existen empresas que comercializan aislamientos de base, amortiguadores y contraventeos de pandeo restringido.
El empleo de estas nuevas tecnologías se vio impulsado después del sismo de 2017 cuando se actualizaron las Normas Técnicas Complementarias. Entonces, las tecnologías ya están disponibles en México, la normatividad al respecto ha avanzado y cada vez está siendo más utilizadas, destacó.
Asimismo, ya son más aceptadas y cada vez más conocidas por los DRO y por los corresponsables de la seguridad estructural, “porque el tema antes era que quien diseñaba este tipo de estructuras al querer sacar licencias y buscar firmas de corresponsables, no necesariamente conocían las tecnologías y también era una barrera que se tenía, pero actualmente ya se han promovido mucho y las Sociedades de ingenieros las han impulsado, señaló.
Y bien, ¿qué se necesita para que se continúen desarrollando y aplicando estas tecnologías sismorresistentes? Jesús Valdez señaló: “Yo creo que mientras los inversionistas estén abiertos a conocerlas y aplicarlas en sus edificios, podrán ver las ventajas de contar con estas tecnologías, ya que no solamente el edificio tendrá más posibilidades de permanecer sin averías después de un terremoto, sino que además de no dañarse, va a cuidar los contenidos, que a veces son más costosos que el daño que pudiera generarse a la estructura misma del edificio”.
De esta manera, invertir un porcentaje adicional en estas tecnologías puede ser más redituable a largo plazo y por lo tanto muy benéfico para los propietarios. “Lo que nosotros promovemos es que todos los inversionistas permitan invitar a los ingenieros que aplicamos estas tecnologías desde las etapas tempranas de los proyectos, porque si empezamos a interactuar con los arquitectos para implementarlas, el impacto del costo se puede reducir drásticamente y las estructuras no ser mucho más costosas, más sí tener un comportamiento estructural muy avanzado”, advierte Jesús Valdez.
Por ello, añadió que más que convencer a los ingenieros o a los arquitectos, es relevante convencer a los inversionistas para que vean los proyectos de forma holística y a largo plazo.
Aseveró que hay algunas barreras, sobre todo, económicas o por desconocimiento, y los inversionistas consideran como un costo y no como una inversión implementar estas tecnologías, pero cuando ocurren terremotos como hace tres años nos damos cuenta que se vuelve el asunto más importante.
De hecho, hoy en día, cualquier persona que compra una casa o un departamento o va a rentar una instalación comercial, se fija en el nivel de seguridad de la construcción, por lo que incorporar tecnologías de este tipo puede ser un elemento que le dé mayor valor a las propiedades, agregó.
Así, observamos que han evolucionado las tecnologías sismorresistentes, por lo que en los siguientes años esperamos que exista mayor incorporación de éstas en las construcciones para beneficio de los usuarios.